Nada resulta superior al destino del canto,
Ninguna fuerza abatirá tus sueños,
porque ellos se nutren con su propia luz.
Se alimentan de su propia pasión.
Renacen cada día, para ser.
Si, la tierra señala a sus elegidos.
El alma de la tierra, como una sombra, sigue a los seres indicados para traducirla en la esperanza, en la pena,
en la soledad.
Si tú eres el elegido, si has sentido el reclamo de la tierra,
Si comprendes su sombra, te espera
Una tremenda responsabilidad.
Puede seguirte la adversidad,
Aquejarte el mal físico,
Empobrecerte el medio, desconocerte el mundo,
Pueden burlarse y negarte los otros,
Pero es inútil, nada apagara la lumbre de tu antorcha porque no es solo tuya.
Es de la tierra, que te ha señalado.
Y te ha señalado para tu sacrificio, no para tu vanidad.
La luz que alumbra el corazón del artista es una lámpara milagrosa que el pueblo usa para encontrar la belleza del camino,
La soledad, el miedo, el amor y la muerte.
Si tú no crees en tu pueblo, si no amas, ni esperas, ni sufres,
ni gozas con tu pueblo,
no alcanzaras a traducirlo nunca.
Escribirás, acaso, tu drama de hombre huraño,
Solo sin soledad...
Cantaras tu extravió lejos de la grey, pero tu grito
Será un grito solamente tuyo, que nadie podrá ya entender.
Si, la tierra señala a sus elegidos.
Y al final, tendrán su premio, nadie los nombrara serán lo “anónimo”,
Pero ninguna tumba guardara su canto...
Atahualpa Yupanqui
lunes, 15 de diciembre de 2008
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